El Comité de Estabilidad Financiera se reunió en el día de la fecha para evaluar la situación del sistema financiero y los potenciales riesgos que podrían afectarle. Se concluyó que el sistema financiero doméstico se encuentra estable y operando con normalidad, al tiempo que cuenta con capacidades suficientes para gestionar los riesgos a los que se encuentra expuesto.
A nivel global, si bien se espera que las condiciones financieras evolucionen gradualmente, al tiempo que se ha producido un freno a la normalización de la política monetaria tanto en EE.UU. como en Europa, persisten riesgos latentes que pueden resultar en una mayor volatilidad que la anticipada en los mercados financieros. En particular, la incertidumbre respecto a nuevas negociaciones comerciales entre EE.UU. y China, que se suman a la desaceleración del comercio y proyecciones de menor crecimiento mundial, la salida aún no resuelta del Reino Unido de la Unión Europea, el comportamiento volátil con fuertes alzas y repentinas correcciones de las bolsas y las aún persistentes tensiones geopolíticas podrían generar cambios bruscos en el escenario financiero con un impacto global. En este entorno financiero global, una fuerte desaceleración económica de las economías emergentes podría tener un impacto de importancia en la demanda y precio de productos básicos de exportación.
En la región, la situación económica se deterioró de manera importante en Argentina desde la última reunión del Comité del mes de mayo: se ha producido una caída de la actividad en conjunto con una disminución del precio de las acciones, salida de depósitos del sistema bancario, aumento del tipo de cambio, aceleración de la inflación, contracción del crédito y pérdida de reservas. En Brasil, si bien se observan signos de recuperación, el desempeño económico dependerá en gran medida de la capacidad del gobierno para lograr acuerdos políticos que permitan seguir reduciendo el déficit fiscal. Por su parte, ha aumentado la tensión social en varios países de la región.
En este contexto externo, los factores de riesgo que podrían derivar en un deterioro de la situación macroeconómica doméstica se mantienen acotados. Por su parte, el país cuenta con capacidades para la gestión de los riesgos: la flexibilidad cambiaria, la disminución de descalces financieros en el sector privado, el nivel de reservas internacionales, la estructura de endeudamiento, las líneas de crédito precautorio en el sector público, entre otras, que se ven reflejados en bajos diferenciales de crédito soberano.
Los indicadores de los usuarios de crédito, tales como el endeudamiento a ingresos, se mantienen en niveles adecuados, así como los de solvencia, liquidez y riesgo de tipo de cambio implícito del sector bancario. La morosidad del crédito bancario se mantiene en niveles apropiados y continuó disminuyendo a lo largo de 2019. A su vez, el nivel de previsiones bancarias por incobrabilidad es adecuado, al tiempo que las partes involucradas cuentan con capacidades financieras para manejar este riesgo.
Una vez evaluados los factores de riesgo se concluyó que el más relevante es el vinculado a la situación regional. De todos modos, la materialización de los riesgos identificados no tendría impactos significativos sobre la estabilidad del sistema financiero doméstico. Esto se debe a la solidez del propio sistema, a su baja exposición a los riesgos identificados, así como a la naturaleza de los mismos y a las capacidades de la economía uruguaya para su gestión.
El mapa de riesgos para la estabilidad financiera en Uruguay no muestra, entonces, señales de alerta ya que por su naturaleza, probabilidad de ocurrencia, impacto potencial y capacidades de gestión, los riesgos identificados podrían ser procesados por el propio sistema financiero sin ocasionar perturbaciones de carácter sistémico.
La situación del sistema financiero doméstico y los riesgos para su estabilidad continuará siendo monitoreada por el Comité en el lapso que medie hasta su próxima reunión, fijada para el segundo trimestre de 2020.